sábado, 19 de junio de 2010

El capitalismo del siglo XXI: ¿Dónde está, a donde va?


El capitalismo del siglo XXI: ¿Dónde está, a donde va?
Antonio Muñoz M.

En enero del año pasado tuve la oportunidad de Asistir al Foro Social Mundial 2008, el cual fue nutrido con la participación de grandes pensadores entre ellos Pablo González Casanova. Por la importancia y vigencia, rescato algunos puntos de vista que él abordó.
El neoliberalismo es un modelo de desarrollo y una política del capitalismo. Precisó que corresponde a la correlación de fuerzas que éste alcanzó con las guerras contrainsurgentes, con el derrocamiento de los regímenes populistas y de nuevos movimientos democráticos y con la implosión de las contradicciones del socialismo burocrático encabezado por el bloque soviético.
Estimó que los trabajadores organizados y los movimientos populares nacionalistas que desde fines del siglo XIX pero, sobre todo, a partir la Segunda Guerra Mundial, lograron importantes derechos sociales y nacionales, perdieron una gran fuerza indirecta al triunfo de “Occidente” en la “Guerra Fría”. El capitalismo mundial ya desde antes había logrado también mejorar su situación en la correlación de fuerzas con sus mega-organizaciones, con la expansión de sus nuevas políticas de colonialismo informal y dependencia real, y con un desarrollo tecnológico que desde mediados del siglo XX hizo avances considerables en la economía y la guerra.
González Casanova, estimó que las nuevas organizaciones y las nuevas tecnologías del capitalismo le permitieron incrementar su capacidad de producir cada vez más con cada vez menos trabajadores. Paradójicamente en su éxito estaba también su fracaso, pues los robots y nano-robots, y el desarrollo de la inteligencia artificial individual y colectiva, no implicaban el aumento de la producción con un consiguiente aumento en la demanda.
La fuerza creciente del capitalismo, apuntó, González Casanova, también aumentó con su nueva política para la flexibilidad de la libertad de comercio y la movilidad de capitales. Estas permitieron a las megaempresas y complejos multiempresariales-militares y gubernamentales abatir pagos de impuestos a los gobiernos, salarios indirectos que “las políticas sociales” prestaban a los trabajadores y los pueblos.
El triunfo del neoliberalismo no sólo implicó esas grandes ventajas para el capital y esas contradicciones con los trabajadores, empleados y estudiantes metropolitanos que se vieron empobrecidos y sobajados, inseguros y amenazados. Triunfos y obstáculos crecientes se dieron en los pueblos de origen colonial o dependiente que sufrieron los efectos de la crisis del “desarrollismo”, el “populismo” y la “democracia electoral” en formas violentas abiertas y veladas.
De hecho, apuntó González Casanova, que la imposición de la política neoliberal se inició a nivel mundial en Chile tras el golpe de Estado de Pinochet. El neoliberalismo no sólo surgió como una política “contra—revolucionaria” en la economía. Constituyó política general “neoconservadora”, “restauradora” y “recolonizadora” que teniendo sus fuentes en el pensamiento conservador y republicano anglo-americano.
La corrupción y la represión en que incurrieron numerosos burócratas y cuadros comunistas, populistas, nacionalistas y laboristas les sirvió a los neoconservadores como un arma innegable en la guerra de las ideas. Les permitió construir un variable discurso que con la ambigüedad en la crítica produjo la empatía entre la nueva izquierda y los neoliberales y dio a menudo pie a la pérdida de identidad de aquellos. Sólo los autores de un nuevo pensamiento crítico, más radicales o revolucionarios lograron distinguirse; el Che Guevara y Fidel Castro, y en los círculos intelectuales y los movimientos alternativos, sistémicos y anti-sistémicos un número cada vez mayor de pensadores y actores radicales que iniciaron la triple lucha por la democracia, la liberación y el socialismo.
El creciente poder del neoliberalismo tuvo influencia en el terreno del poder y en el de la guerra. En el terreno del poder convirtió en sentido común de los ricos y los poderosos la necesidad de imponer a los gobiernos y a los estados las políticas monetaristas y neoliberales. En el terreno de la guerra, planteó la necesidad de librar batallas en todos los campos –económico, financiero, monetario, cultural, psicológico, mediático, político y militar.
El capitalismo ya no sólo representa un mal para los excluidos y para los pueblos y trabajadores proletarios, estimó el exrector de la UNAM, sino es un inmenso peligro comprobado por miles de científicos, un peligro que amenaza al conjunto de la humanidad. En las condiciones del mundo “realmente existente” no sólo resulta indispensable la lucha contra el neoliberalismo sino contra el capitalismo, y esa lucha no puede librarse con los conceptos abstractos sacados de la historia concreta del siglo XIX y XX, que todavía dan lugar a fuertes y tediosas discusiones.
Hoy, la lucha por “otro mundo posible y necesario” se tiene que librar por un socialismo que sea democrático y plural, respetuoso de las distintas culturas, religiones e ideologías y que con sus proyectos de liberación nacional defienda los de autonomía de las colectividades que la reclaman con múltiples razones y derechos.
Sólo un frente o bloque de redes incluyente. articulado en organizaciones horizontales y verticales cuyo peso principal y decisivo sean las bases de los trabajadores y pueblos excluidos, podrá acrecentar la fuerza de sus ideas y de la moral colectiva y personal de sus participantes

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