viernes, 29 de enero de 2016

A Guadalupe Muñoz M, (1956-2015), constructor en el sindicalismo universitario.
                                                                                  J. Antonio        Muñoz M.

La lágrima que se forma al ver llorar la sangre de quien se va, la triste cara de la tristeza que deja el adiós , llora el hombre , el amigo , las letras, los hijos , la tarde , lágrima de la lágrima en silencio que evoca el dolor de la ausencia, que vida tan frágil que empieza con la muerte tan fuerte. Silencio de viuda y madre que confrontan la realidad de la partida de media vida                                                     Arturo Ramírez L.
Nuestros inicios en la vida fue descubrir juntos el mundo, recuerdo todos los juegos que juntos compartimos, las travesuras y hasta esos momentos de angustia en que ambos nos consolábamos y nos dábamos ánimos. Recuerdo tu ingreso como trabajador  a la UNAM, parecía que los dos habíamos ingresado, pues yo te acompañaba a tu lugar de trabajo, donde eras eventual en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl.
Más adelante en el año de 1976, ante la ausencia de aspirantes para trabajar en el anfiteatro de la Facultad de Medicina, recuerdo que se otorgó la plaza a ti y a Raúl, tus primeras experiencias de trabajar con murtos fueron difíciles, pues durante la comida o la cena tu apetito había mermado, recordabas el olor a formol y el color de la piel del muerto. Yo mucho de tu comportamiento no lo entendía, posteriormente se viene el movimiento de huelga en 1977 y tu participación sindical a toda prueba no tuvo cuestionamiento. Durante ese movimiento, donde participaste de tiempo completo, te permitió tener más acercamiento con los líderes sindicales del momento, me refiero a Evaristo Pérez Arreola, Nicolás Olivos Cuellar, Agustín Rodríguez Fuentes, Horacio Zacarías Andrade y a sindicalistas comprometidos en sus dependencias como Margarita Sánchez Camacho, Roberto Sánchez Camacho y otros.
Al concluir el movimiento iniciado por los trabajadores en 1977, se te dio la oportunidad de ser delegado sindical en la Facultad de Medicina y posteriormente por méritos propios, representante de los trabajadores ante en la Comisión Mixta de Conciliación y Arbitraje. Tu trabajo por más de 10 años en esa comisión dejó huella pues el entusiasmo mostrado te llevó a documentarte concienzudamente con el Contrato Colectivo de Trabajo, la Ley Federal del Trabajo, los reglamentos internos, la Legislación Universitaria y todos los documentos legales que pudieran ayudar en una mejor defensa del trabajador.
Como experiencia personal, me agradaba mucho cuando los trabajadores te iban a buscar a casa y te planteaban su problema laboral, siempre con la sonrisa y la concentración concluías diciendo la frase “desde el citatorio, si lo observas con detenimiento muestran errores que pueden  ayudar en la solución en favor del trabajador”
El reconocimiento sobre todo de quienes ayudaste a no ser rescindidos es patente hasta ahora aunque ya hay pocos trabajadores de esa camada, pero con el entusiasmo que cuentan la forma en que resolviste su situación laboral a favor se percibe el agradecimiento.
Tu vida estuvo llena de anécdotas, batallas, de altas y bajas pero una de las cosas que permanecerá es ese gran sentido de solidaridad, esa forma abundante con que te sabías dar y sobre todo la lealtad mostrada a quien te formó tanto laboralmente como sindicalmente. Recibe estas sencillas palabras como un recuerdo que permanezca en las futuras generaciones.   
Sólo me resta decirte, gracias por haber compartido muchos momentos de esta vida juntos, por ver sido buen hijo, buen padre, buen abuelo y buen hermano, buen compañero. Si hay algo más allá nos veremos.



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